
Lo que descubrí me pareció tan potente que me pregunté cómo no había caído en la cuenta antes. Descubrí que una persona en posición de liderazgo –sobre todo del nuevo mundo al que nos dirigimos–, no puede alimentar ningún conflicto con ninguna de las personas con las que trabaja, y menos aún, iniciarlos.
Pues de poder, se puede, pero quizá no sea lo más apropiado para quien lidera un equipo o sistema organizacional por la propia responsabilidad del puesto. Antes bien debería favorecer el resolverlos y tener mucha práctica en ello.

Voy a abordar un tema poco popular, pero de inteligentes, por lo que te pido que abras tu mente y tu visión porque planteo una verdad de Perogrullo y es que la mayor parte de las personas en posiciones de liderazgo creen que el conflicto es originado por los demás y que nunca por una misma o uno mismo.
El conflicto se compone de:
- Dos opiniones que chocan (y una opinión no ha de ser necesariamente verdad).
- Dos opiniones que, además, se anulan mutuamente.
- Dos personas que se olvidan de la otra persona y, sobre todo, de sí misma.
Avanzarás más rápido si te enfocas directamente en donde está realmente el asunto. Siempre está en ti. Todo lo que ocurre, para bien, para mal y para regular, está en ti. Cuanto antes lo entiendas, aceptes y reconozcas, mucho mejor te va a ir. Observa que cuando tú cambias en tu interior algo que antes te conflictuaba y que ahora lo vives en paz, es porque lo has transformado tu en tu interior.
El conflicto se activa o se pone de manifiesto por una sola razón, que puedas ver eso en lo que todavía te enganchas, que no has aprendido de ti misma o ti mismo, no has traspasado, no has soltado.
Los otros son nuestro espejo
Las situaciones o personas del exterior son una ayuda para que te des cuenta de algo en ti que lleva ahí tiempo sin habérsele puesto conciencia e interfiriendo en lo personal y seguramente también en lo profesional.
Un ejemplo. En mi caso sucede, cuando alguien que he contratado y he pagado para que me entregue un resultado, va más a la “suya” que a la “nuestra”, tiendo a mosquearme. Lo que descubrí que había por debajo de ese mosqueo es que, lo que emanaba de mi interior era una rigidez que mermaba mi capacidad de gestión, creatividad, inteligencia y sosiego interior. Si detecto la rigidez más allá del mosqueo podré reconocerla y transformarla en mi beneficio como líder y en la gestión con otras personas.

Cuando el o la “profesional” se comporta de manera no apropiada, me ayuda el hacerme cargo de haberle elegido sin discernir y que de eso soy responsable. Pero, de forma prioritaria, miro en mi interior y entro en contacto con un área en mí no tan consciente y que, si estoy en una posición de liderazgo del siglo XXI, he de darme cuenta de ella para que no interrumpa en el más óptimo desarrollo del proyecto, que es lo importante, no la justificación y defensa de los egos.
En el ámbito profesional me he encontrado:
- Un hombre que comete fallos en su trabajo y que, al señalárselos con el fin de mejora, emerge en él un continuo estado de defensa que va haciendo inviable la comunicación. Sin darse cuenta de que sigue defendiéndose como un niño enfurruñado y dolido ante un padre que debió exigirle y castigarle por sus errores, de ahí que de adulto viva los señalamientos como una amenaza. Y que lejos de haberlo hecho consciente en su interior y haberlo resuelto, se carga de razones para mantener su actitud. Esta situación le convierte laboralmente en alguien muy complejo y difícil que entorpece. ¿Le comprendo? Perfectamente, pero aún así ni le volveré a contratar ni se lo recomendaré a nadie.
- Una mujer que, pese a que suele trabajar con mujeres, acepta que la contrate yo, un hombre, y que no terminaba de soltarse conmigo por ser hombre, porque tiene alguna cuestión sin resolver de su pasado con los hombres, lo que la hace estar a la defensiva y distante. Sé que ella no se da cuenta, pero profesionalmente, afecta y merma la calidad del proceso del proyecto. ¿La comprendo? Perfectamente. Pero ni la volveré a contratar ni se la recomendaré a nadie.
- Un hombre con muy baja autoestima que, cuando la presión de tiempo que se produce dentro de su profesión se pone de manifiesto, en lugar de ofrecer y ser parte de las soluciones, lo que le sale es un boicoteo donde hace lo posible por ralentizarlo todo con su comportamiento en una especie de venganza contra alguien de su pasado remoto que seguramente no le tuvo en cuenta y que él encontró esta forma de compensar en su interior. Comportamiento que sé que no se da cuenta, pero… ¿Le comprendo? Perfectamente también. Pero ni le volveré a contratar ni se le recomendaré a nadie.
Son solo 3 ejemplos. Te podría dar toda una lista. Y otra de cuando he sido yo quien ha incurrido en estos comportamientos inconscientes con asuntos sin resolver cuando he estado en diferentes puestos de trabajo que no eran el de líder.
El gran hallazgo de mi vida laboral fue el descubrir que esas situaciones me ayudaron a hacerme consciente de ello y resolver ese conflicto interno donde corresponde, en mí. Con eso resuelto, cada quien en lo suyo, somos mucho mejores profesionales, más confiables en el sentido de que el ego en sombra no va a interferir.

Depurando la psique
Así funciona el psiquismo humano no depurado. Todo lo que dolió en una edad temprana y que no se comprendió ni se resolvió, quedó registrado en estructuras psíquicas de las que no somos conscientes pero que se manifestarán en el mundo relacional y en el laboral en forma de conflicto, siempre interno, con el único fin de hacernos conscientes de algo que, en lugar de construir y aportar, destruye y resta.
Entonces, que el ego en sombra de una persona en posición de liderazgo reste, es algo que cada día tendrá menos cabida en el ámbito de los proyectos compartidos.
Como comprenderás, si lo no resuelto en la otra persona se encuentra con lo no resuelto en ti, el conflicto está servido. Todo el mundo cargado de sus propias razones, que en el fondo son sus propios dolores, que no están reconocidos ni sanados ni resueltos.
Creo firmemente en que el mundo puede llegar a estar poblado de personas en posiciones de liderazgo conscientes, preparadas a nivel interno como seres humanos. Esto se entrena. Doy fe.
Si de verdad quieres liderar siendo parte de las soluciones y no de los líos, cada vez que te encuentres en una situación de conflicto, aparentemente externo, puedes ir a tu interior y preguntarte:
- ¿Qué opinión propia me está cegando? (Recuerda que una opinión no necesariamente tiene que ser verdad).
- ¿Con qué dolor de la otra persona no estoy contactando?
- ¿Qué de mí me pone de manifiesto la situación que todavía no he resuelto y que me está abriendo la posibilidad de resolverlo?
Solo con esto, si lo haces con un verdadero contacto interior y con honestidad, te caerán algunas fichas que te ayudarán a ser mejor persona en posición de liderazgo en estos nuevos tiempos que corren y que correrán cada vez más.
Te espera una historia mejor. Ejercítate, en ti, entrénate en ti, en el requetemejor aspecto de ti. Sin duda, es la mejor inversión que puedas hacer. Ejercitarte es mejorar.
Y, recuerda, nunca estarás sola ni solo. Yo soy de tu Equipo.
Bendiciones.
Francisko Javier
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